miércoles, 1 de septiembre de 2010

Crisis de la industria textil (1929)

 La industria hasta la crisis mundial de 1929



Existe consenso respecto al retraso argentino en desarrollar su industria textil hasta la década del 30. Todavía en 1923, una encuesta oficial determinó que el consumo de textiles era abastecido en un 73% por las importaciones. Los textiles, junto con los productos de acero, constituían entre la mitad y un tercio del total de las importaciones.


El atraso de la industria textil estaba relacionado con las características que había asumido su desarrollo a partir de 1870. El crecimiento del sector había comenzado tempranamente gracias a la alta protección acordada a la confección y a las tejedurías de punto. Entre 1870 y 1890, se produjo una fuerte sustitución de importaciones que fue alentada por el arribo de mano de obra calificada y acompañada de importantes cambios en la organización de la producción e innovaciones técnicas vinculadas con la introducción de la máquina de coser, sin embargo, su desarrollo estaba limitado a la tejeduría de punto.


En contraste, el crecimiento de las hilanderías y tejedurías de algodón y lana fue un proceso mucho más lento y limitado. Si bien la Argentina era una gran exportadora mundial de lanas, la industrialización de la fibra no logró cobrar importancia.


La incorporación de la Argentina al comercio internacional mediante la especialización en la producción de granos y carnes, el incremento de la población y la fuerte urbanización que se produjo a partir de 1870, alentaron la demanda de textiles importados. La especialización del


Lancashire en productos ordinarios permitió a Gran Bretaña conquistar rápidamente el nuevo mercado. El valor de las importaciones textiles argentinas superó a las de Chile en 1877, las de Estados Unidos en 1891 y las del Brasil en 1903. Para entonces la Argentina se convirtió en el principal mercado americano.


La primera guerra mundial implicó un descenso de importaciones, sin embargo, sólo la industria lanera se vio beneficiada por la nueva coyuntura. El descenso de las importaciones y el aumento de la demanda mundial de telas para los ejércitos permitieron a la industria local vivir un momento de auge. Sin embargo, la expansión industrial se vio limitada por la imposibilidad de importar maquinaria. Argentina, por entonces, continuó siendo un gran importador de textiles. Hacia el año


1919, cuando todavía existían grandes dificultades para importar otros productos, la participación de textiles en el volumen total de importaciones alcanzaba el récord de 33%, situación que se mantuvo estable hasta principios de la década del 30.


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