miércoles, 1 de septiembre de 2010

Evolución de la industria Textil en la Argentina

 Evoluciòn de la Industria Textil en  Argentina


La Industria Textil nace a fines de siglo XIX gracias al aporte de muchos inmigrantes.


Hasta 1930 es una de las pocas industrias que se desarrollan en la Argentina, ya que el país era netamente agroexportador con actividad industrial complementaria al sector. A partir de


1930 por la crisis financiera los países desarrollados cierran sus economías, por lo que nuestro país se ve obligado a “mirar” hacia adentro y a partir de este momento comienza a producirse un desarrollo industrial generalizado. En 1943, el gobierno adopta una política abiertamente favorable al desarrollo industrial basado en la sustitución de importaciones. Entonces se produce en el país una verdadera revolución industrial. En líneas generales, la producción industrial será la actividad central y dinámica de la economía hasta 1976 cuando se produce el golpe militar, luego del cual comienza un drástico proceso de desindustrialización a causa del quiebre del modelo de sustitución de importaciones. La política de apertura económica (libre comercio) y la falta de una política industrial determinaron una fuerte recesión reflejada en un marcado desempleo industrial. En 1991 se disparó el “tiro de gracia” al sector industrial: la


Convertibilidad. El sector textil fue perjudicado inmediatamente por la irrupción de importaciones de Asia y Brasil con las cuales no se podía competir. Sin embargo, a partir de 2002 con la caída del plan Convertibilidad, se evidencia el resurgimiento de fábricas que se tradujo en la recuperación de miles de puestos de trabajo. La producción textil recibió un impulso revitalizador, a tal punto que hoy se habla de un “boom” en el sector. La


Industria Textil Argentina exhibe signos evidentes de recuperación, entre ellos la iniciación de un proceso de reequipamiento y los indicios de reaparición de oferta tecnológica nacional que se perciben en el mercado interno. Si bien hay mayor inversión en el sector, aún sigue siendo muy dependiente de las importaciones y el resultado de la balanza comercial sigue siendo negativo.


Crisis de la industria textil (1929)

 La industria hasta la crisis mundial de 1929



Existe consenso respecto al retraso argentino en desarrollar su industria textil hasta la década del 30. Todavía en 1923, una encuesta oficial determinó que el consumo de textiles era abastecido en un 73% por las importaciones. Los textiles, junto con los productos de acero, constituían entre la mitad y un tercio del total de las importaciones.


El atraso de la industria textil estaba relacionado con las características que había asumido su desarrollo a partir de 1870. El crecimiento del sector había comenzado tempranamente gracias a la alta protección acordada a la confección y a las tejedurías de punto. Entre 1870 y 1890, se produjo una fuerte sustitución de importaciones que fue alentada por el arribo de mano de obra calificada y acompañada de importantes cambios en la organización de la producción e innovaciones técnicas vinculadas con la introducción de la máquina de coser, sin embargo, su desarrollo estaba limitado a la tejeduría de punto.


En contraste, el crecimiento de las hilanderías y tejedurías de algodón y lana fue un proceso mucho más lento y limitado. Si bien la Argentina era una gran exportadora mundial de lanas, la industrialización de la fibra no logró cobrar importancia.


La incorporación de la Argentina al comercio internacional mediante la especialización en la producción de granos y carnes, el incremento de la población y la fuerte urbanización que se produjo a partir de 1870, alentaron la demanda de textiles importados. La especialización del


Lancashire en productos ordinarios permitió a Gran Bretaña conquistar rápidamente el nuevo mercado. El valor de las importaciones textiles argentinas superó a las de Chile en 1877, las de Estados Unidos en 1891 y las del Brasil en 1903. Para entonces la Argentina se convirtió en el principal mercado americano.


La primera guerra mundial implicó un descenso de importaciones, sin embargo, sólo la industria lanera se vio beneficiada por la nueva coyuntura. El descenso de las importaciones y el aumento de la demanda mundial de telas para los ejércitos permitieron a la industria local vivir un momento de auge. Sin embargo, la expansión industrial se vio limitada por la imposibilidad de importar maquinaria. Argentina, por entonces, continuó siendo un gran importador de textiles. Hacia el año


1919, cuando todavía existían grandes dificultades para importar otros productos, la participación de textiles en el volumen total de importaciones alcanzaba el récord de 33%, situación que se mantuvo estable hasta principios de la década del 30.


La industria textil en la actualidad

La situación actual de la industria


La industria sufrió en ésta última década un retroceso gravísimo. Sin embargo no se trata de un retroceso uniforme u homogéneo, hubo sectores que avanzaron, hubo cambios de gravitación de unas ramas sobre otras, cambios tecnológicos, notables cambios de propiedad en el aparato industrial a favor de las empresas extranjeras y hubo cambios de gran importancia en las relaciones laborales.


Es importante tener conciencia del desarrollo alcanzado por la industria Argentina décadas atrás, con todas sus limitaciones, para advertir la magnitud del retroceso sufrido.


“El PBI (Producto Bruto Interno Industrial) llegó a representar, o a superar, la tercera parte del nacional (lo que significa bastante más de la mitad de lo aportado por los sectores directamente productivos), ocupando una quinta parte, y más de la población económicamente activa” (33). A su vez “En 1990 el volumen de producción habría apenas recobrado los niveles de 1970, en tanto que descendían a las dos terceras partes los guarismos correspondientes al personal ocupado y a las horas trabajadas” (34). Según publicaciones oficiales “la producción manufacturera en 1990 es casi un 10 % inferior a la de 1970. La década del 80 fue una década perdida para la industria” (35).


Es decir que el proceso de desindustrialización se remonta mucho más atrás que esta última década. En 1970 los trabajadores industriales eran el 28 % del personal ocupado, en 1999 descendieron al 18 %, y entre 1973 y 1993 cerraron 15000 establecimientos industriales, o sea un 15 % del total. Por tanto es un elemento esencial a considerar cuando se juzgan los datos de su evolución en los 90, dado que el punto de referencia es uno de los escalones más bajos de los últimos años.


La Argentina fue hacia la década del 50 y 60 el país mas avanzado en cuanto a desarrollo industrial en América Latina, con una industria aeronáutica y espacial, con un dominio avanzado de la tecnología nuclear, una industria automotriz propia en la década del 50, una industria de armamentos muy importante y con anterioridad a todos los demás países de la región una industria electrónica avanzada.


De todos esos avances obtenidos por nuestro país en materia de desarrollo industrial, en la actualidad sólo queda el recuerdo.


En un sentido contrario, otro elemento que no resulta contenido en una mera comparación estadística, lo constituye la desintegración del aparato industrial, que en la actualidad se ve obligado a aprovisionarse de bienes intermedios de producción en el exterior, mientras anteriormente se fabricaban en nuestro país.


En cuanto a esta última década podemos identificar diferentes ciclos en la evolución de la industria


1) Un ciclo expansivo a partir del inicio de la Convertibilidad en 1991, fundamentalmente a partir del restablecimiento del crédito interno (el “efecto cuota”). La mayoría de los sectores industriales experimentan un crecimiento importante (insistimos que la base de 1990 era sumamente baja), siendo los más destacados, material de transporte (especialmente automotores), productos de plástico, celulosa y papel, productos de madera, muebles y colchones, productos de cuero y calzado, bebidas. Los únicos sectores que retroceden respecto de 1990 son textiles y metales y sus fundiciones. Este periodo se extiende hasta fines de 1994, en el cual la producción industrial global crece en un 34.6%. No obstante en ese periodo se profundiza notablemente la expulsión de trabajadores por la industria y el empleo Industrial disminuye un 13.5% (que venía descendiendo desde mediados de la década del 70). Mayor producción, menor ocupación, mayor explotación de los trabajadores.


2) Un ciclo de estancamiento y retroceso desde fines de 1994, como consecuencia del impacto de la llamada “crisis del tequila”. Este periodo se extiende hasta el II trimestre de 1996. Las ramas más castigadas durante ese lapso son: textiles, prendas de vestir, productos de vidrio, productos de madera, productos de plástico, automotor, y materiales de construcción. Se profundiza la caída del empleo industrial, que cae otro 8.5%. Los efectos sobre la producción industrial se atenúan en parte por el inicio de una onda exportadora hacia Brasil, que ponía en ejecución el Plan Real. Las consecuencias más agudas de esta crisis duran aproximadamente un año.


3) Un nuevo ciclo de recuperación desde mediados de 1996 hasta fines de 1998. En este periodo se produce una expansión importante de las exportaciones industriales. A partir de 1993 y hasta 1997 se incrementan en un 100%, arribando a una meseta, ya que en 1998 retroceden ligeramente. Uno de los motores principales de ese crecimiento es la exportación de automotores a Brasil, que colabora en casi el 20% en ese aumento. Otros sectores que contribuyen en una proporción significativa son la exportación de petróleo y las manufacturas de Origen Agropecuario (complejo oleaginoso), ambos de baja generación de valor agregado y ocupación de trabajadores (36).


Pese al incremento de la Producción Industrial, continúa el proceso de disminución del número de trabajadores ocupados, salvo durante 1997 en que crece un 1.5%.


4) Un ciclo de retroceso desde fines de 1998, como consecuencia de la crisis llamada “asiática” y en particular de la devaluación brasileña de enero de 1999, del cual aún no hemos salido.


La producción industrial decrece en el periodo 1999/2000 en un 15% aproximadamente. En esa caída influye poderosamente el sector automotor cuyas ventas en el mercado interno caen un 22% durante 1999 y un 19.2% en el 2000, pese a la vigencia del Plan Canje. La disminución de la actividad industrial no solo se origina en la caída del consumo, sino también en la de la inversión, que hasta el 3er trimestre del 2000 suma 8 trimestres consecutivos en descenso, con una reducción acumulada del 22%.


La industria de la construcción acumula un descenso entre los dos años del orden del 20%, estando en solo un 8% por encima de su nivel de actividad de 1993. Sólo en el primer semestre de 1999 la industria reduce su dotación en 52000 trabajadores, una cifra similar a la reducción operada durante toda la crisis del “tequila”.


Las ramas que sufrieron el mayor impacto durante 1999 son, además de vehículos automotores, la metalmecánica, neumáticos y textiles. Durante el 2000 la industria estuvo estancada en términos globales según el INDEC y, según estimaciones privadas retrocedió un 2.8% (37).


En ese marco durante el año 2000, algunas ramas tuvieron un comportamiento más dinámico respecto a 1999, como el sector químico (especialmente agroquímicos), automotores (que pese a la abrupta caída de ventas apuntada, aumentó su producción por la mayor demanda de Brasil), o el sector siderúrgico (excluido laminados planos y acero para la construcción).


En una visión panorámica de la última década se puede advertir que, en 1999 la producción industrial total estaba casi en los niveles de1993 y a fines del 2001 no hubo recuperación. Si consideramos el crecimiento de la población entre estos años, la industria ha tenido un franco retroceso.


La “Argentina viable” era y es para algunos sectores, la Argentina agraria, exportadora, agroindustrial y productora de petróleo y gas. La Argentina productora de bienes industriales, intermedios o finales, es un país “del pasado”. “Da lo mismo producir acero que caramelos, hay que producir lo que cuenta con ventajas comparativas” se dijo en la década del `70, y ese fue el concepto que inspiró en lo esencial la política gubernamental desde 1976, y particularmente en la última década.


Para este proyecto es viable aquello que está en sintonía con la “Globalización”, que es la manera elegante de decir, que no entra en conflicto con los intereses comerciales de las potencias mundiales y que se corresponde a las áreas que éstas y un reducido sector de la elite Argentina, están interesados en desarrollar en nuestro país, por la alta rentabilidad que ofrecen.


Desde ya, que esto no tiene en cuenta si, para ese modelo, sobra más de un tercio de los habitantes del país, o si nos retrotrae a una situación semicolonial.


Por consiguiente, la desindustrialización, el retroceso y la desarticulación de la estructura industrial no han sido el resultado no deseado de crisis externas que golpearon la economía Argentina, sino el resultado de una política que se aplicó, con variantes en estos años.

Datos estadísticos de la industria textil

Censo Industrial de 1954


El censo industrial de 1954 arroja un total de un millón de trabajadores en el sector, equivalente a un 10% por encima de lo registrado en 1946. Las empresas han culminado ya el proceso de absorción simple de la mano de obra y están a la espera de crecer sobre la base de incorporar máquinas que no pueden obtener por la carencia de divisas. El valor agregado por la industria se mantenía prácticamente estancado desde 1948. La potencia instalada aumentó un 50% respecto del censo de 1946.


La composición por ramas destaca algunos cambios ocurridos. Metales, vehículos y máquinas aumentó su participación en el producto fabril del 13.3% en 1946 al 20%, mientras que la actividad textil se mantuvo en los niveles previos y se nota una leve caída en alimentos, bebidas y tabacos (del 32% al 29.9% del total).


El censo informa la existencia de 151.000 establecimientos fabriles, pero la información es engañosa dado que muchos de ellos (73.000) no disponen de operarios. La concentración de la producción continúa muy elevada tanto por la presencia de plantas antiguas como por el ingreso de plantas grandes en el período intercensal: 322 plantas fabriles disponen de la cuarta parte del total de obreros y otras 1.433 de un cuarto adicional.


La concentración geográfica continúa, puesto que la ciudad de Buenos Aires aporta el 64% de la producción fabril del país. Por otro lado se ve que varias provincias siguen sin tener establecimientos de importancia: Catamarca, La Rioja, Chubut y Río Negro no registran ninguno que opere con más de 10 millones de pesos de la época.








Complejo Textil Argentino (CTA)

Industria textil Argentina

CTA (complejo textil argentino)

A partir de finales del 2003, los amplios márgenes de rentabilidad que habían caracterizado al CTA en los 18 meses anteriores tendieron a reducirse frente a un consumo interno cuya expansión se ha desacelerado. La situación indica que el período de reconversión de la tasa de ganancia (post salida de la convertibilidad y el colapso) tiende a su fin. Del mismo modo, parece estar agotándose un sendero de crecimiento basado exclusivamente en la capacidad previamente instalada. La situación impulsa la re-apertura de instalaciones alejadas de las mejores prácticas internacionales, lo que aleja al sector de los factores de competitividad genuinos; por otro lado no hay que olvidar que subsisten algunos segmentos con elevada capacidad ociosa y que existe un claro desbalance entre las capacidades en las etapas primarias de la trama textil respecto de los sectores intermedios (hilanderías y tenedurías) y las confecciones.


Como resultado de la etapa de recomposición 2002-04, aparece un complejo que ha recreado cierto dinamismo aunque no ha resuelto los rasgos de desestructuramiento y desbalance entre sus etapas. Al mismo tiempo, parece no existir una visión homogénea dentro de la actividad sobre las potencialidades estratégicas y futuras. Si bien hay mínimas percepciones compartidas sobre el fin de la etapa de regeneración productiva reciente y de la amenaza del contexto internacional, no ocurre lo mismo acerca de las estrategias y acciones a futuro. En su lugar prevalecen salidas individuales y meramente oportunistas tendientes a recrear niveles sectoriales de ganancias a corto plazo.


Impacto de la industria textil